¿ Una Trampa Llamada Horcón ?

  "Es una trampa", me advirtió don Armando, dueño del restorán La red en la caleta de Horcón. Una trampa con encanto y peligro. Don Armando conoce bien el pueblo y su gente. Cariñosa cuando el afuerino cae bien; indiferente hasta insoportable si quieren que se vaya por las buenas.
  También hay formas de expulsarlo por las malas. Una trampa que aparece durante la semana en los meses entre abril y octubre. El sábado y domingo es todo turismo y un antifaz cordial. Hay individuos que residen allí todo el año porque sus familias, con tal de mantenerlos fuera de Santiago, los mantienen. También se pueden encontrar algunos alcohólicos que con diez mil pesos al mes se meten el hígado al bolsillo de la muerte.Hay drogadictos antiguos y nuevos, que con poco dinero van sucumbiendo paulatinamente. Ellos, por lo general, van acompañados de jóvenes muchachas, que encuentran "choro" todo lo que hace el palomo.
  Para otros bebedores más melancólicos, los pescadores, está la trampa de la salida al mar de madrugada, tarea para la cual, calientan el cuerpo con algo más que café. Cuando son apenas las once de la mañana, hasta "el nazi", uno de los cuidadores de auto, ya lleva cinco cañas de cien pesos en el cuerpo. Gracias a una piadosa pero enérgica horconina, este señor, sobre el cual nunca pude saber que es lo que tenía de nazi, era obligado a la rutina de la ducha y el afeitado. Todo un suplicio para este hombre que sufre del frío todas las mañanas. El frío hepático, el frío de la cirrosis.
  Están los compadres que con botella de cerveza en mano se tiran en cualquier playa a fumarse un pito o a consumir pasta base mientras toman tranquilamente. Está el tipo acelerado de apellido vinoso que camina como si fuesen a caer las acciones de la bolsa de un instante a otro. Recorre la caleta y se detiene a pedir cincuenta pesos, a meter conversa o a pensar hacia que costado apurará el paso. Están los artesanos que beben coñac con Coca-Cola. Todo esto transcurre en paz y armonía. Por eso, como decía don Armando, Horcón es una trampa: con un filo de cinco días y otro de dos, con edificios que emergen amenazantes por Cau Cau, quizás para atraer otra cultura, luces de neón y otros vicios. Los gays hacen su mundo aparte, ya no es Horcón caleta de homosexuales. Ellos, viven en otros resorts, más modernos, hermosamente amoblados y donde con justicia, nadie los inoportuna.
  Cae la noche. En el cruce del camino que lleva a Horcón, desde Quinteros, una pareja de jóvenes enciende un piticlín. De la sombra emerge un automóvil amarillo. Nos apretujamos los tres en el colectivo mientras una gorda corre sus nalgas para hacer hueco. En sus brazos lleva una criatura, la que agarra como tesoro un gran paquete de papas fritas. Pasados diez minutos, descendemos en el sendero que conduce a Cau Cau, lugar en el cual surgirán muy pronto terribles complejos habitacionales.El chofer me comenta: "Ahí están las casas de don Fernando Castillo". -¿También se llueven? -¿Y cómo lo supo? Es su toque personal; casa de don Fernando que no se llueve, es pura imitación, opino yo. La hostería Arancibia esta cerrada. Me alojo donde doña Gilda, por unos pocos pesos. Sábanas de seda blanca, baño privado, hartas frazadas y agua caliente.
  Bajo a la Caleta Horcón a comerme una reineta. El antiguo propietario,("tengo 69 años") me cuenta: "Todo esto era diferente. De una pobreza absoluta. Total. Los niños ignoraban lo que era un par de zapatos. Cuando llovía, la caleta quedaba aislada. Cundía el hambre y la miseria. Durante las tormentas, el mar se llevaba a los pescadores que nunca más volvían". -¿De dónde proviene esa imagen de que aquí había mucho homosexual? - Antiguamente no ocurrió nada de eso. Coincidió con la llegada de don "perico" Claude. Un gran benefactor, un hombre generoso, que trajo sus costumbres y sus amigos. Aquí había mucha hambre y mucha miseria. - Así comenzó todo, ¿por necesidad? - Esa es la verdad. (Mi interlocutor elude a propósito la palabra homosexualidad) Lo que sucede todavía en Horcón pero, en menor grado, es algo tácitamente reconocido por todos; pero nadie habla sobre ello. -¿Y qué decían las mujeres de los pescadores? - Le insisto, el hombre traía el alimento, el sustento, nadie lo asumía como un delito meterse con los afuerinos.
  ¿Qué ocurre ahora con Horcón? - Después vinieron los hippies, los nudistas, un poco de escándalo. Cuando cerraron "El Gloria", una disco que hacía la noche aquí, esto volvió a ser apacible. En invierno, como usted ve, sólo pescadores, artesanos y amantes de la tranquilidad. Pese a que usted ve con malos ojos que construyan esos edificios, tenemos la esperanza de que haya un repunte turístico todo el año y no sólo en los meses de verano. Donde las empanadas Roty se quejan que el turismo veraniego deja mucha mugre y poco dinero. Viene gente por el día, las camas disponibles en toda la caleta no suben de las cien.
 

Omar Valdivieso es un escritor de la zona, nació en Quillota en el 48, pero, gracias a su abuela que lo llevaba todos los fines de semana, alcanzó a conocer las cuatro etapas de la vida horconina. Ha vivido en Uruguay-donde incursionó por tres carreras universitarias-, y Argentina; asimismo trabajo en la televisión chilena como sonidista del Canal 11. En 1996 varó definitivamente en Horcón para dedicarse a sus trabajos preferidos escribir, pintar y el modelismo naval; además trabaja de auxiliar de plata y recientemente publicó su ópera prima " Crónicas Naufragas de Caleta Horcón". Son nueve relatos amenos con todo el drama que conlleva la vida no turística junto al mar. Un Coloane del litoral central formado en el taller literario de Cristian Vila Riquelme -postgraduado en Francia-. - Mi abuela es de Horcón y me traía siempre para acá. Me hablaba de historias de personas que creía prehistóricas pero resultaban de que eran de la edad mía con sus experiencias. Para mi "Pena de muerte" es una mala obra sobre Horcón. En estos momentos Valdivieso esta abocado al "Libro de Oro de Horcón" con las mejores imágenes de lo que ha ocurrido en el ultimo medio siglo en la caleta. Ya tiene doscientas fotos pero quiere mas, de la época en que horcón era diferente... - Hábleme del horcón de los años 50 -le digo mientras pedimos un fanshop. - Lafourcade lo define mas o menos en su libro "Pena de muerte"; pero cayó en exageraciones en cuanto a los personajes, los pone muy grotescos como todos ociosos borrachos ladrones. Yo la estimo una mala novela y dicen que él, ahora también. Era una época en la que no existía luz, ni agua potable ni teléfono. La gente era mas unida y yo sostengo que mucha de esa gente se perdió en Horcón. -¿De donde nace la fama gay de Horcón? ¿de gente que venía de Santiago para dejarse sodomizar por los pescadores...? - Eso es cierto. Es una cosa sobre la cual hay un silencio tácito entre nosotros, de la que no se habla. Hubo una persona muy singular que llego hace muchos años, el difunto Federico Claude. Se instaló en una gran casa y trajo a muchos de sus amigos. Esta era una caleta muy pobre, no había trajes de buzo ni autos, ni nada. Se propago esa practica de la diversión que ahora esta casi desaparecida desde hace unos quince años. Son muy pocos los que finalmente se radicaron acá, todo quedó hace tres o cuatro décadas. Después cayó aquí la onda hippie, que también ahora son pocos y como lo escribo en mi libro, constituyen una caricatura, el hippie ya no existe; estos no son auténticos. Fue muy edilico este hippismo, pero con el tiempo se fue desprestigiando y yendo para otro lado. -

  ¿Y qué es el Horcón de ahora? - Conforma una gran familia de pescadores, la mayoría, y una minoría de artesanos que viven de lo que hacen manualmente. - Y los condominios? - Creo que va a ser bueno porque va a traer trabajo, mano de obra. - ¿En su libro toca el tema homosexual? - No porque es un tema vedado aquí, todo sabemos lo que sucedió. Para que darle más vueltas.. El tema quizás lo toque en un libro que estoy escribiendo que se llamara "Leyendas y cuentos de Horcón". Pero no serán leyendas de fábula. El tema de la homosexualidad lo pienso trabajar cuando clarifique algunas situaciones, porque hay muchas cosas que se comentan pero no se dicen, que se hablan y se cuchichean pero al tocarlo literariamente o públicamente hay que hacer un poco de historia al respecto. Siempre se ha hablado de no herir susceptibilidades porque si nos ponemos a dar nombres, queda la escoba y Lafourcade incurrió en eso de dar nombres en lo que a ciertos individuos se refiere y ellos quedaron recontra mal. - ¿Y que decía la señora del pescador que se metía con el jutre? - Era parte a una solución al problema económico, cada homosexual que llegaba era ropa, zapatos... pues, si la gente andaba patipelada, había hambre especialmente, cuando la caleta quedaba aislada. La mujer lo tomaba como un mal necesario. Quizás fue doloroso al comienzo, pero la miseria era excesiva. Los que la practican hoy es para pasarlo bien, porque hay comida, copete ....y lo que se supone
  . Una tarde tomando un fanshop se me acerca un gay radicado en Cau Cau : « ¿Sabes ? Mucho le debemos a Pinochet. Te explico. Tanta censura, toque de queda y restricciones le obligaron a hacer vista gorda sobre algunas áreas. Una de estas fue el esoterismo y mundo gay. Ambos no constituían un peligro para la institucionalidad del país. Sin problemas, pudieron funcionar el Fausto y otras disco, incluso esa donde iban uniformados en la calle Copiapó. Estos colgaban sus chaquetas y bailaban entre ellos sin importarles el qué dirán. Mónica Madariaga ayudó mucho en ese aspecto. Es curioso, parece un contrasentido de que la dictadura haya destapado en cierto modo una mayor libertad para nosotros ». Un Sol del Pacifico me conducirá a Quintero de donde sale el Condor bus. Atrás quedan esos bosques de eucaliptus, los pinos y la buena gente de Horcón. La historia, según ellos, fue injusta. Subrayaron la pobreza y erigieron una homosexualidad que tuvo ribetes de miseria, de necesidad, de importación de una cultura urbana, puesto que, por lo que averiguamos, en Horcón no hubo antes del señor Claude más homosexualidad que en otros confines del país.